24 junio 2010

Toda llama, por mas pequeña que sea, es un incendio potencial.

Erase una vez, una muy pequeña llama azul, que parpadeaba desde una estufa vieja y oxidada en una cocina, dentro de una pequeña casa a las afueras.
Desde la primera vez que la encendieron, nacida de la cabeza de un cerillo, la pobre llama se encontraba quieta, triste y deprimida. No encontraba su objetivo en la vida, su trabajo había sido sustituido por una caja llamada microondas.
Un día, una pobre vieja cucaracha se acercó a ella con miedo, pero al ver lo pequeña que era no le importó. Mientras la vieja cucaracha le hacía burlas, una gran rata se acercó, le dijo a la cucaracha: "Tu no sabes lo que es capaz de realizar una pequeña llama, toda mi familia fue ahuyentada de nuestro nido, fue incendiado, varios de ellos murieron, y eso lo inició una casi tan pequeña como esta". Luego se dirigió a la llama: "No hagas ese gesto, no te sientas mal, no le guardo rencor a los tuyos, fue cosa de los humanos, después de todo eramos invasores y forasteros, han utilizado otros venenos. No dejes que se burle de ti, y no te preocupes por encontrar tu camino. Ten seguridad en tí, si mantienes una actitus positiva pronto te daras cuenta de lo que brillas".
Los dias pasaron, y la llama seguía buscando cómo tener seguridad, cómo podría hacer grandes cosas si estaba ahí sola en la hornilla. Luego vino una gran tormenta, llena de truenos ensordecedores. De repente todo se apagó, pura oscuridad, excepto por una pequeña luz que la llama podía distinguir, pero fue su sorpresa ver que venía de ella misma. Empezó poco a poco a sentir su potencial, sonrio tanto y brilló un poco mas, luego decidió estar erguida y brilló mas, y cuando sintió confianza, se dió cuenta de que se podían distinguir todos los rincones de la cocina sólo con su luz.
Luego unos pasos, se acercó el dueño de la casa, con un extraño cilindro lo acercó a ella, y sintió un cosquilleo. Se había dividido, y ahora era una llama mas grande en una vela y conforme avanzaban veía como podría iluminar cada cuarto, cada pasillo.
Ya que pasó la tormenta, la llama de la vela se apagó, y regresó a ser pequeña en una hornilla. Estaba triste de nuevo, cuando su amiga rata regresó y le dijo "¿Por qué triste de nuevo? Si ya probaste un poco de grandeza significa que has demostrado que puedes llegar mas alto, y todo lo que necesitaste fue un poco de confianza".
Las siguientes noches la llama tenía su nueva actitud, cada vez que oscurecía se esforzaba en alumbrar todo lo que podía, y brillar. Hasta que vino, su siguiente oportunidad, regresó el dueño con su vela, de ahí a una pequeña mesa, y la vela presenció una noche romántica, y sabía que ella la estaba haciendo tan especial. Al terminar la cena, la dividieron en muchas velas en la habitación, rodeada de pétalos de rosas, y fue tan grande esa noche, brilló como jamás lo había hecho, hizo de una habitación un cielo estrellado.
Los días siguientes se sentía orgulloso de sí mismo. Y estaba muy feliz, hasta que la cucaracha regresó, y le dijo: "Se ve que no te enteras de nada, el dueño va a tener que vender la casa, sus cosechas no han salido buenas los últimos meses, planea mudarse, y cuando lo haga te apagará."
La llama estaba preocupada. Llegó la rata preguntándose porqué nuevamente no había luz en su agujero. Cuando la llama le contó lo que la cucaracha le había dicho, ideó un plan.
Otra noche, el dueño lo volvió a colocar en una vela, esta vez fueron al exterior, vió por primera vez un gran campo. Esta vez se convirtió en una gran fogata, estuvo bailando bajo las estrellas, compitiendo con la luna, tan alegre, tan feliz. Ya que todos se fueron, y quedaba solo una pequeña llama entre mucha madera, la rata se acercó a él. "Este es el momento, tienes que seguir encendida, te llevaré hacia la plantación, y ahí serás incendio."
Y así lo hicieron, la llama solo sentía su cosquilleo mientras se extendía de pasto en pasto, cubriendo ramas, hasta sentir la fría tierra bajó ella hasta implantarle su calor. Ya que había logrado cubrir cada rincón, sintió un golpe, no muy fuerte pero que le agotaba el aire, eran gotas de agua que lo iban apagando. Cuando despertó, era de nuevo la pequeña llama, estaba tan confundido que sentía que había soñado.
Pasaron los días, semanas y meses. No había señas de una mudanza, pero no estaba seguro de nada. Un día por fin, que la rata se acercó a ella, le anunció: "Después del incendio el dueño volvio a sembrar por última vez, y ahora la cosecha fue la mejor. La mudanza se canceló, y tu estarás aquí brillando. Siempre serás pequeña pero sabes que por dentro eres un incendio"

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