23 enero 2011

Y LLEGASTE A LOS “SIN CUENTA”

Y LLEGASTE A LOS “SIN CUENTA”

Donde ya no hay que rendirle cuentas a nadie, y sabes que la opinión que más cuenta es la tuya, para sólo buscar consejo de los que, a lo largo de estos años, te han permitido contar con ellos de verdad. Contar años ya no es necesario, es tiempo de contar los buenos momentos y esas personas que están junto a ti.

Así has cruzado la línea, donde las líneas y marcas de la piel no importan, sino lo marcados que has dejado a otros, y tú lo has logrado. Las huellas de la edad están en la arena y pasan desapercibidas bajo la marea, pero las huellas de la vida están en cemento y con el paso del tiempo permanecen.

Ahora se saborea la libertad, se libran los obstáculos con facilidad, pues llevas tantos años corriendo en esta carrera que los caminos se saben manejar.

El sabor de los cincuenta, que saben a sabiduría, tantos conocimientos que has probado y el saber todos los que faltan por probar. Ser selectivo, sabiendo lo que se quiere saber, y sin un examen como antaño que te obligue a aprender.

Los errores de la vida te han enriquecido en conocimiento, y como un caballo que por estar bien herrado ha cruzado tantos valles rocosos, ahora puedes errar cuantas veces quieras y disfrutar de las lecciones de la vida, pues con ellos has aconsejado a quienes te han acompañado.

El diamante ya ha pasado por las minas llenas de oscuridad, de los desgarros y los golpes para moldear, ya no es un diamante en bruto, sino una joya sin igual. Después de cincuenta años, ahora ya puede brillar y ser el regalo ideal para los demás.

Y es que los cincuenta años si cuentan, pero como un nuevo comienzo, el camino recto después de la subida, donde se puede caminar con tranquilidad, ver el paisaje y volver a empezar.

1 comentario:

MarArenas dijo...

Soy yo... tengo más de cincuenta y he estado deprimida. Ahora leo que todo lo que he hecho ha valido la pena y que puedo caminar con tranquilidad con la satisfacción como único equipaje. Ya no pesa.

Gracias por tus palabras, Circe.