23 enero 2011

Y LLEGASTE A LOS “SIN CUENTA”

Y LLEGASTE A LOS “SIN CUENTA”

Donde ya no hay que rendirle cuentas a nadie, y sabes que la opinión que más cuenta es la tuya, para sólo buscar consejo de los que, a lo largo de estos años, te han permitido contar con ellos de verdad. Contar años ya no es necesario, es tiempo de contar los buenos momentos y esas personas que están junto a ti.

Así has cruzado la línea, donde las líneas y marcas de la piel no importan, sino lo marcados que has dejado a otros, y tú lo has logrado. Las huellas de la edad están en la arena y pasan desapercibidas bajo la marea, pero las huellas de la vida están en cemento y con el paso del tiempo permanecen.

Ahora se saborea la libertad, se libran los obstáculos con facilidad, pues llevas tantos años corriendo en esta carrera que los caminos se saben manejar.

El sabor de los cincuenta, que saben a sabiduría, tantos conocimientos que has probado y el saber todos los que faltan por probar. Ser selectivo, sabiendo lo que se quiere saber, y sin un examen como antaño que te obligue a aprender.

Los errores de la vida te han enriquecido en conocimiento, y como un caballo que por estar bien herrado ha cruzado tantos valles rocosos, ahora puedes errar cuantas veces quieras y disfrutar de las lecciones de la vida, pues con ellos has aconsejado a quienes te han acompañado.

El diamante ya ha pasado por las minas llenas de oscuridad, de los desgarros y los golpes para moldear, ya no es un diamante en bruto, sino una joya sin igual. Después de cincuenta años, ahora ya puede brillar y ser el regalo ideal para los demás.

Y es que los cincuenta años si cuentan, pero como un nuevo comienzo, el camino recto después de la subida, donde se puede caminar con tranquilidad, ver el paisaje y volver a empezar.

13 enero 2011

"Jugando por una princesa"

Érase una vez un reino lejano, donde el rey hamburguesa tenía una hermosa princesa de ojos color avellana, rizos de chocolate, dientes de azúcar. El rey era amante de los juegos de todo tipo y de las hamburguesas y adoraba a su hija; sin embargo, le preocupaba que a pesar de su belleza rechazaba a todos los pretendientes.

Después de una cena familiar el rey conversó con la princesa, insistiéndole en salir con el príncipe del reino vecino. Su hija, aunque muy dulce y buena, tenía un lado fuerte y le contestó: "¿acaso no quieres lo mejor para mí? ¿Por qué he de conformarme si yo quiero a alguien muy especial, alguien bueno, sabio y talentoso como tú?"
Ante tal comentario el rey sólo pudo sonreír y darle la razón a su bella princesa; el príncipe vecino sería guapo, pero carecía de otras cualidades. Y así pasó una noche en vela, pero al cantar el amanecer se iluminó el cielo y llegó la inspiración: crearía una gran cuesta. Los finalistas tendrían la oportunidad de salir con la princesa, ya que ellos tendrían las cualidades que a ambos les importaban.

Así, con la tecnología del reino, creada por los mejores hechiceros, se fusionaron en el kinect.

Ese día decenas de hombres de diez reinos compitieron. Tuvieron que mostrar habilidades y hazañas para combatir dragones virtuales, mataron monstruos sólo con sus manos, batallaron hombre a hombre en deportes y peleas callejeras. Realmente sudaron por la princesa y sin ganar monedas, cual plomeros italianos. Tuvieron poderes por instantes y supieron cómo usarlos. Hubo también juegos para probar su inteligencia, incluso su destreza en la pista de baile.

La princesa veía con una gran sonrisa, y desde el primer instante supo quiénes serían los finalistas. Admiró al mejor jugador quien, a pesar de no ser el más fuerte físicamente, demostró talento, el nivel mas alto de inteligencia, carisma, bondad; era un hechicero del reino del norte.

Al terminar la cuesta el ganador fue este hechicero del norte, pero fue merecedor de la mano de la princesa ya que fue el único que con una sonrisa tierna y seductora le dijo: ¿quieres jugar?